miércoles, 26 de septiembre de 2012

Tarde como siempre

Más vale tarde que nunca, y aceptar que aún me queda mucho por hacer con todo este lío y que más aún me queda para estar bien será mi primer paso para... ¿para qué? Nada va a cambiar ya, contigo se fueron los sueños que yo quería hasta ahora y tengo que aprender a ver las cosas de otra forma, como también te dije a tí que debías hacer. Parece que no era un consejo unilateral... es todo lo que yo puedo sacar de aquí, siguen faltándome unos porqués que aún hoy me pegan fuerte al mirar atrás. Supongo que son esos golpes, los que realmente nos dinamitan por dentro, los que te hacen aprender algo. Eso sí, si se quiere mirar detrás del dolor lacerante que provocan. Se me hace rara la vida que contemplo sin esos brillos dorados y amarillos que antes veía a veces, el vacío está en su lugar ahora en forma de ausencia; ausencia de alguien y de tantas y tantas cosas que sé que ya he perdido para no volver a encontrar más. Me guío por la frase "El dolor es inevitable, el sufrimiento opcional" y trato de no torturarme con recuerdos, frases y miles de pequeños detalles que cada día me lo recuerdan todo de nuevo, aunque intente no perder la sonrisa. Muchas veces he sentido el sabor amargo de lo que podría llamar una derrota conmigo misma y de sobredosis no se muere, pero sí se apagan partes del ser. Quizá todo eso que quería realmente nunca fue para mí y me empeñé en vivirlo como si fuese a cumplirse, sin pararme a ver nada más e ignorando lo que podía truncarlo. Esa también es mi lección: Desconfía de lo que puede hacerte muy feliz, porque también puede hacerte mucho mal. No conviene olvidarse de esto, y yo lo hice. Lamento profundamente que las cosas hayan tenido que ser así, ojalá no hubiera sido necesario tanto dolor para ninguno de los dos; pero las cosas ocurren por alguna razón y ahora sé que yo no podía ayudarte. El futuro es incierto y la verdad es que lo único que se tiene es el presente, el presente del ahora y aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario