martes, 22 de noviembre de 2011

Cuatro letras

No es posible…

Miro a la niña, aún sentada en el suelo mientras trata de mover las pesadas cadenas que un día ella misma me pidió que le pusiera.

Y las mueve… despacio, pero va deshaciendo todos los viejos nudos atados un día con frustración y dolor, apretados hasta casi la rotura.

-Mi niña, ¿qué haces? ¿Por qué mueves eso, pequeña? Recuerda que es muy pesado para ti y podrías hacerte daño -- le indico suavemente.

Ella vuelve la cabeza hacia mí, y me da una mirada desconocida hasta ahora y que me haría temblar las piernas, si las tuviera. Está sonriendo, sobre todo sus ojos.

*Es que con esto no puedo salir afuera, pesa mucho. No me haré daño, ya he crecido y puedo levantarlas – y orgullosa me muestra su nueva habilidad.

-¿Y por qué quieres salir fuera? Todo es más frío allí, hay miles de cosas que pueden herirte, tú misma me lo dijiste cuando llegaste y me pediste esto. ¿No prefieres quedarte conmigo aquí? Yo te cuidaré bien, como hasta ahora.

Callo para que no me sienta temblar la voz… Curioso, esto de asustarme siendo mi misma esencia. Me mira… me mira con esos ojos llenos de determinación e ilusión, y yo… sólo puedo aceptar una derrota anticipada a esta batalla. Hay miradas que matan...

*Quiero salir porque fuera hay vida-- dice mirándome con seriedad, mientras yo intuyo una voluntad inamovible.

-Ya sabes que sólo tú puedes soltarte; sólo tú tienes la clave, yo ya no la recuerdo. Me dijiste que no te irías nunca… y yo la olvidé—sonrío amargamente a mi niña, mientras siento cómo empiezo a desdibujarme de la cálida y segura estancia.

*Sí… estaba equivocada. Ignoraba que era capaz de tantas cosas… y quiero hacerlas, sensei. Sin ayuda esta vez. Y creo que la clave empezaba por A…

Oigo sus palabras como en la distancia, me siento cada vez más débil mientras veo cómo ella se afana en encontrar la palabra correcta, y alza ya sin problemas los grilletes. ¿En qué momento recordó su nombre y yo no me di cuenta?

*Ahora una ‘M’…

Me siento incapaz de escucharla ya, voy disolviéndome en el aire y alejándome lentamente hacia el techo, ya no me necesita. Cuando vuelva a girarse yo ya no estaré, y ni siquiera me he despedido…

*Viene una ‘O’ creo… y por último probaré con la ‘R’.

*¡Bien! ¡Bien, bien! –grito contenta cuando el candado cae al suelo.
¡Sensei! ¡Mira, lo he hecho yo sola! – Me giro para enseñarle mis muñecas libres, pero él ya no está. Miro el sillón que antes ocupaba sin entender... no le he oído marcharse.

*Adiós… -- susurro al aire de la casa, mientras apago la chimenea.
Cojo el abrigo y el gorro despacio, y me acerco a la puerta. Siento el corazón acelerado y me tiembla el pulso. Giro el picaporte… y abro.

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